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jueves, 17 de marzo de 2016

"Manifiesto 15"

1 de enero del 2015
Muchos de los documentos más inspiradores de la historia están vinculados poderosamente a una fecha. La Declaración de Independencia de los Estados Unidos fue firmada el 4 de julio de 1776;  Charter 77, en enero de 1977; Dogme 95, en 1995. Las ideas se transforman y se desarrollan en el tiempo: este manifiesto representa una instantánea de nuestras ideas, visiones y previsiones del futuro, y lo que hemos aprendido hasta la fecha sobre aprendizaje y educación. El texto que ofrecemos constituye un punto de referencia para ayudarnos a entender cómo hemos hecho las cosas hasta hoy y cómo  debemos hacerlas a partir de hoy.
En un mundo agobiado por la incertidumbre, en el que pareciera envolvernos una sensación de obsolescencia de nuestros sistemas educativos, ¿cómo podremos asegurar nuestro éxito como individuos, los de nuestras comunidades y los del planeta mismo? Necesitamos revolucionar la educación.

Lo que hemos aprendido hasta ahora

  1. “El futuro ya está aquí. Simplemente no está distribuido por igual” (William Gibson, en Gladstone, 1999). El campo de la educación sufre un considerable retraso, en comparación con otras actividades e industrias, debido sobre todo a nuestra tendencia a mirar hacia atrás y no hacia delante. Enseñamos historia de la literatura, por ejemplo, pero no cómo tendremos que escribir en el futuro. Enseñamos conceptos matemáticos, que históricamente fueron decisivos, pero no nos involucramos en crear nuevas matemáticas, necesarias para construir el futuro. Más aún: todo lo “revolucionario” que ocurre en el aprendizaje ha venido sucediendo ya en diferentes escalas, poco a poco y por piezas, en diferentes lugares. El impacto completo para nosotros y nuestras organizaciones ocurrirá cuando tengamos el coraje de aprender de las experiencias de otros, y aceptemos el riesgo y la responsabilidad de aplicar una orientación de futuro a nuestras prácticas.

  2. Escuelas 1.0 no pueden enseñar a niños 3.0. Necesitamos entender muy bien y tener muy claro para qué estamos educando, por qué lo hacemos y a quién sirven nuestros sistemas educativos. La tendencia “mainstream” escolar obligatoria se basa en un modelo anticuado del siglo XVIII, que pretende crear ciudadanos con el potencial de convertirse en trabajadores fabriles leales, productivos, y en burócratas. En la era posindustrial, este no debería ser el objetivo final de la educación. Necesitamos apoyar a los aprendices a convertirse en innovadores, capaces de utilizar su propia imaginación y creatividad para generar en la sociedad nuevos resultados. Debemos hacerlo, porque los desafíos de hoy no pueden afrontarse con el antiguo modo de pensar. Todos somos corresponsables de crear el futuro con resultados positivos, que beneficien a todos en todo el mundo.

  3. Los niños también son personas. Todos los estudiantes deben ser tratados con respeto como seres humanos, y reconocidos por sus derechos humanos universales y sus responsabilidades. Esto significa que los estudiantes deben tener una participación activa en las elecciones concernientes a su aprendizaje, incluyendo cómo son administradas sus escuelas, cómo y cuándo aprenden, y todas las otras áreas de la vida cotidiana. Esta es una real inclusión. Los estudiantes deben tener la libertad de buscar oportunidades educativas y diferentes aproximaciones al aprendizaje, que sean apropiadas para ellos, mientras sus decisiones no infrinjan las libertades de otros de hacer lo mismo (adaptado de EUDEC, 2005).

  4. Conlleva una emoción extraordinaria saltar de un acantilado, cuando lo decides por ti mismo. Esta emoción no la tendrás nunca si alguien te empuja. En otras palabras: el modelo profesor-estudiante de arriba-abajo no maximiza el aprendizaje, porque mata la curiosidad y elimina las motivaciones intrínsecas. Necesitamos aproximarnos al aprendizaje de una manera horizontal, plana y distributiva, incluyendo también el aprendizaje entre pares, la enseñanza entre pares, y empoderar a los estudiantes para que realicen auténticas prácticas con estas formas de aprender. Los educadores debemos crear un espacio que permita a los estudiantes determinar por sí mismos si saltarán del acantilado, y cuándo y cómo lo harán, si es que están decididos a ello. Fallar es un aspecto natural del aprendizaje mismo, porque siempre es posible intentarlo otra vez. En un ambiente de aprendizaje horizontal, el rol principal del maestro es ayudar a que el estudiante tome una decisión informada y responsable. Fallar es natural y comprensible, pero el sistema educativo no puede seguir creando fracasados.

  5. No valores lo que medimos; mide lo que valoramos. En nuestra obsesión por examinarlo todo, de alguna manera hemos permitido que la OECD se convierta en el “ministro de educación del mundo”: mediante el régimen de PISA, el culto a la medición educacional se está difundiendo por todo el mundo. En un nivel nacional, de Estado a Estado, es como si compitiéramos por llegar a ser el chico más sobreadaptado, en una familia monótona y tediosa. Aún peor: nuestras escuelas están produciendo políticos y líderes de políticas que no saben interpretar los resultados de los exámenes. Las mejores motivaciones mueren normalmente en el momento que comenzamos a preocuparnos de la medición. Debemos poner fin a los exámenes obligatorios y reinvertir los recursos en  iniciativas educativas que puedan contribuir a crear valor auténtico y oportunidades de crecimiento.

  6. Si la “tecnología” es la respuesta, ¿cuál era la pregunta? Parece que estamos obsesionados por las nuevas tecnologías, mientras apenas entendemos para qué son o cómo pueden impactar en el aprendizaje. Las tecnologías son buenas para hacer mejor lo que se puede hacer con ellas, pero aplicar la tecnología a las mismas viejas prácticas en el salón de clase es una oportunidad perdida. Las pizarras negras y la tiza han sido reemplazadas por pizarras blancas y pizarras “inteligentes.” Los libros se reemplazan por iPads. Esto es como construir una estación nuclear para mover un coche de caballos. Aún así nada ha cambiado: continuamos gastando enormes recursos en estas herramientas y derrochando nuestras oportunidades en explotar su potencial, para transformar lo que aprendemos y cómo lo aprendemos. Al recrear prácticas del pasado con tecnologías nuevas, las escuelas se enfocan más en manejar el hardware y el software antes que en desarrollar el mindware de los estudiantes y el uso orientado a los objetivos propios de tales herramientas.

  7. Las habilidades digitales son invisibles. Así deberían ser las tecnologías en las escuelas. El aprendizaje invisible implica reconocer que mucho del aprendizaje que hacemos es “invisible”: es decir, se obtiene mediante  experiencias informales, no-formales y serendipias antes que por la instrucción formal (Cobo & Moravec, 2011). En esta forma de hablar y actuar se toma en cuenta el impacto de los avances tecnológicos y realmente se habilitan los espacios invisibles que emergerán, pero lo mismo que los espacios el uso de las tecnologías es también invisible y fluido. Si el desafío para nuestras escuelas y gobiernos es poner al servicio de la sociedad estudiantes que destaquen en creatividad e innovación, y no que memoricen y repitan viejas ideas sin pensar,  cualquier uso de las tecnologías aplicadas al aprendizaje debe habilitar y facilitar estas direcciones creativas e innovadoras. Las escuelas no deben usar las computadoras para “hacer trabajo” en torno a ciertos parámetros preasignados, con resultados prescritos; deben ser usadas para ayudar a diseñar productos y obtener resultados que se extiendan más allá de la imaginación del currículum. Antes que situar la tecnología en la vanguardia y oscurecer el aprendizaje, hay que hacerla invisible y presente en el ambiente, posibilitando a los aprendices que descubran sus propias rutas de desarrollo con estas herramientas.

  8. No podemos dirigir el conocimiento. Cuando hablamos de conocimiento e innovación, mezclamos o confundimos frecuentemente los conceptos con información y datos. A menudo nos engañamos a nosotros mismos, pensando que les brindamos conocimiento a los niños, cuando simplemente los estamos examinando sobre cuanta información ellos pueden repetir. Debemos tener esto claro: los datos son piezas y partes, aquí y allá, que combinamos en información. El conocimiento consiste en aprovechar la información y crear un nuevo valor. Innovamos cuando iniciamos cualquier acción con nuestro conocimiento para crear el nuevo con valor. Entender esta diferencia pone de relieve uno de los grandes problemas que afronta la administración de las escuelas y la enseñanza: mientras somos buenos dirigiendo la información, simplemente no podemos dirigir el conocimiento en la cabeza de los estudiantes; desde luego, no sin degradar ese conocimiento a información nuevamente.

  9. La red es el aprendizaje (Siemens, 2007). La pedagogía emergente de este siglo no está cuidadosamente planificada. Más bien se desarrolla fluidamente. Las transversales a lo largo de las redes son nuestras rutas de aprendizaje, y a medida que aumenta la red aumenta el aprendizaje mismo. En aproximaciones conectivistas del aprendizaje, conectamos nuestros conocimientos individuales juntos, para crear nuevas comprensiones y entendimientos. Compartimos nuestras experiencias y como resultado creamos nuevo conocimiento social. Debemos centrarnos en la habilidad de los individuos de navegar por este espacio y hacer las conexiones por su cuenta, descubriendo cómo sus conocimientos y talentos únicos pueden ser contextualizados para solucionar nuevos problemas.

  10. El futuro pertenece a los nerds, geeks, hacedores, soñadores y knowmads. Si no todos llegan a convertirse en emprendedores, los que se queden rezagados y no logren desarrollar sus habilidades en este sentido estarán  en una gran desventaja frente a los avanzados. Nuestros sistemas de educación deben enfocarse en el desarrollo de emprendenerds: individuos que utilicen su conocimiento especializado para soñar, crear, hacer, explorar, aprender y promover proyectos culturales, sociales, de emprendimiento, asumiendo riesgos y disfrutando el proceso tanto como el resultado final, sin miedo a las potenciales fallas o errores que dicho recorrido implica.

  11. Rompe las reglas, pero primero procura entender claramente por qué. Nuestros sistemas escolares se han construido sobre la cultura de la obediencia, la complacencia y la aceptación forzada. La creatividad de los estudiantes, los profesores y las instituciones está atrofiada desde su propio núcleo. Nos resulta más fácil que alguien nos indique qué pensar que pensar por nosotros mismos. Esta enfermedad institucional solo podrá curarse cuestionando abiertamente y tomando conciencia metacognitiva de lo que hemos creado y de lo que quisiéramos hacer sobre esto. Solo entonces podremos generar justificados espacios diferentes del sistema, que desafíen el status quo y que tengan el potencial de producir un impacto real.

  12. Debemos y podemos construir culturas de confianza en nuestras escuelas y comunidades. Mientras nuestros sistemas de educación continúen basados en el miedo, la ansiedad, la desconfianza, los desafíos a estas características continuarán. En el proyecto Minnevate! (MASA, 2014), los investigadores encontraron que si los educadores van a construir una capacidad colectiva para transformar la educación, necesitamos comunidades comprometidas y  comprometernos con la comunidad en la que servimos. Esto requiere una nueva teoría de la acción, centrada en la confianza, donde estudiantes, escuelas, gobiernos, empresas, padres y comunidades puedan involucrarse en iniciativas colaborativas para co-crear nuevos futuros de la educación.

Algunos dirán que estos principios requieren una revolución. Otros, que necesitamos una innovación masiva para lograr que desde el ámbito de la educación nuestro futuro sea positivo. Creemos que necesitamos ambas cosas, o como dice Ronald Van Den Hoff (2013): “¡Lo que necesitamos es una innovución!” (p. 236 [¿de qué libro?]). Esta es nuestra noble misión: Innovucionar no solo con nuestras ideas, sino también con aplicaciones orientadas a los objetivos de lo que hemos aprendido en nuestros esfuerzos individuales y de lo que hemos aprendido juntos.

jueves, 3 de marzo de 2016

Carta de un Maestro

Cuando Steven Wedel, un profesor de la Ciudad de Oklahoma, hizo catarsis en su blog sobre la situación de los maestros como él, no pensó que el mensaje fuera a encontrar eco fuera del reducido círculo de amigos y lectores consuetudinarios.

El maestro Steven Wedel escribió una emotiva carta denunciando la situación de los educadores en Oklahoma. Foto de su página de Facebook. Sin embargo, el desgarrador mensaje de Wedel, donde apela a padres y legisladores por igual, se ha vuelto viral y ha llamado la atención nacional sobre las vicisitudes que enfrentan los maestros en su estado.


“Más del 90 por ciento de los niños en mi escuela secundaria están en los programas de almuerzo gratis o a precio reducido. Ellos caminan mano a mano con la pobreza y su hermano, la violencia. Ellos encuentran consuelo en los brazos de su amante, la adicción. Hacen bebés antes de tener suficiente edad suficiente para votar, o conducir un auto, y continúan el ciclo en que ustedes [los padres] los ponen”.

Wedel, quien fue escogido como el mejor profesor de su escuela en 2014, se refirió también al panorama que encuentran muchos de sus estudiantes cuando regresan a sus hogares. 

“A veces cuando se enferman en la escuela no pueden volver a casa porque usted y la persona con la que está actualmente están demasiado drogados para percatarse de que lo que suena es el timbre de su teléfono”, escribió.

“A veces se van a casa a padres que los ignoran, y esos son a menudo niños afortunados. A veces se van a casa a dormir en el porche de la casa del vecino porque su novio les echó de la casa y el perro de este es demasiado agresivo para dejarlos dormir en su propio patio trasero. Se van a casa al abuso físico y verbal. Se van a casa en busca de amor y aceptación por parte de las personas que los crearon…y demasiado a menudo no lo hallan”.

 Pero sin dudas la parte más cáustica de la misiva de Wedel se refiere a la pésima situación de los maestros en el estado, que les obliga a buscar un segundo empleo para compensar sus magros salarios.


“La compensación mía y de mis colegas ocupa el lugar 49 en la nación, y es la más baja en nuestra región. Actualmente gano alrededor de 18.000 dólares por año, menos de lo que hice en el 2002”.

Contó que el año anterior tuvo que trabajar además como empleado de oficina de una compañía de energía, pero esta se fusionó con otra y perdió el empleo. Hoy con 50 años, Wedel dice que enfrenta el dilema de dejar de ayudar a otros niños para ocuparse de los propios. 

“Tememos que nuestros segundos trabajos nos impidan evaluar a los estudiantes o hacer planes de clases que ya tenemos que hacer desde casa. Tenemos miedo de nuestras familias nos van a dejar porque no tenemos tiempo para ellos”, indicó.

Refiriéndose a los sistemáticos recortes para los fondos destinados a la educación, Wedel mencionó que después de las vacaciones primaverales, este año el distrito escolar no podrá pagar por los autobuses que salen un poco más tarde, ni habrá personal de limpieza en las noches, y el personal de seguridad se reduce a una persona por 1.300 estudiantes.

“Ya no podemos darnos el lujo de tener rollos de papel de colores o pintura o cinta adhesiva para hacer señales para apoyar y publicitar nuestras actividades del Consejo de Estudiantes (…) No habrá ningún libro de texto nuevo en el futuro previsible. Los pupitres rotos no serán reemplazados. Estamos a punto de racionar el papel de copia y ya nos han sacado las impresoras de escritorio de las aulas”, relató.

“Ustedes, los representantes, senadores, y el gobernador de Oklahoma están creando una población de campesinos ignorantes que sólo sirven para trabajar en el campo de petróleo y fábricas que trajeron a este estado con la promesa de que esas empresas no tendrán que pagar su parte justa de impuestos. Dejan a nuestros hijos en un ciclo de pobreza y el abuso, mientras que sus compañías petroleras destruyen el destruyen el lecho de roca debajo de nosotros, sacudiendo nuestras casas en pedazos mientras niegan su responsabilidad en ello”, afirmó el maestro.

Wedel concluyó su carta denuncia llamando a los padres de sus estudiantes a escoger mejores políticos que apoyen a los maestros y la educación.